Compositores y Autores
Roberto Livi
ROBERTO LIVI (17-06-42). Una sala del hospital de maternidad Pedro Pardo, en Buenos Aires, lo vio nacer, y el popular barrio de Constitución lo vio crecer. Jamás hubiera sospechado Elvira María Vázquez, que aquel frío invierno de 1942, arropaba en su regazo a su primer y único hijo, más tarde uno de los compositores más prominentes que daría Argentina y la canción moderna de los últimos tiempos.
Había nacido Ramón Roberto de Ciria, conocido artísticamente como Roberto Livi. Un caso raro de compositor, El Rey Midas de la música, porque todas las canciones que compone son éxitos y todos los artistas que produce se convierten en estrellas.
Pero volvamos a los inicios de una trayectoria que tiene mucho de arte, pero también, mucho de amor y pasiones intensas.
No podría decirse que la infancia de Roberto transcurriera de una manera normal, más bien fue triste y pesarosa. Creció junto a su abuela materna, Mercedes Serrano, una abnegada y trabajadora mujer a la que su nieto le cambió la vida. “Hija, tienes mucha juventud, tienes derecho a vivir, yo cuidaré de Roberto”, escuchaba el niño cuando su abuela le hablaba a su madre. Y así fue, Elvira partió y Mercedes asumió el amor de abuela y de madre.
Vivió eternamente para Roberto y Roberto para ella. “Mi abuela hacía cualquier cosa por mí”, recuerda con emoción, “es más, yo no debería tener lugar en el corazón para querer a nadie más”, afirma.
Más tarde el entorno de la vida de Roberto cambió y la felicidad fue llegando a su vida. Su madre conoció a Ítalo Livi y se casó con él. Y fue tanta su influencia y el cariño profesado, que Roberto adoptó el apellido Livi de su padrastro que era descendiente de inmigrantes italianos. “Realmente fue el único padre que tuve y el que siempre está presente en mi. No pasan muchas horas en mi vida sin recordarlo, él fue mi primer admirador”, relata Roberto.
Sin embargo, el pequeño Roberto no dejó de ver a su verdadero padre. Cada cierto tiempo se encontraba en el puerto cuando este partía o regresaba de alguno de sus viajes. “Era marinero, cantaba muy bien y era muy bohemio”, recuerda.
No hay dudas que Roberto en su niñez recibió toda la suerte del mundo porque creció exponiéndose a diferentes corrientes musicales, pero no fue hasta los años 50, con la llegada del rock and roll, que su interés por la música popular empezó a crecer hasta convertirse en una pasión que habría de marcar su vida. El por entonces, ya adolescente Roberto Livi, descubrió en el rock and roll una energía indescriptible que lo hacía moverse y bailar frenéticamente, al estilo de sus ídolos Elvis Presley y Bill Haley y sus Cometas. Fue tal la pasión, que de esa época data su primera experiencia en un estudio de grabación: a los once años juntó -con gran esfuerzo- unos ahorros para grabar en un acetato su voz imitando a Bill Haley. El acetato era un regalo para su madre.
Después del rock vino el twist, y ya Roberto había desarrollado toda una rutina de baile aprendida en las calles, en los carnavales del barrio y en la festiva vida nocturna de Buenos Aires. Junto con algunos amigos formó una agrupación de bailarines llamada “Los Robert’s Twist”, porque tres de los bailarines se llamaban Roberto. Y además de sus capacidades y su pasión, Roberto Livi también empezó a descubrir que tenía una extraordinaria habilidad para promoverse y vender su talento. Gracias a su iniciativa, el grupo se tomó fotografías, diseñó coreografía originales y el propio Livi se fue hasta el centro de Buenos Aires a buscar a todos los empresarios y los managers de la época para buscar que lo contrataran en algún teatro, en algún club o en alguna obra.
Su empuje fue pronto recompensado. “Debutamos en una revista musical junto a una vedette, tres bailarinas, un cómico y otro grupo de bailarines como nosotros”, recuerda el maestro Livi. Incluso llegamos a emprender una gira que fue un fracaso. A mi regreso mi padre me estaba esperando en la estación del tren con un diario en la mano y la sección de empleos abierta, para que buscara “un trabajo de verdad”.
Haciendo caso omiso de las intenciones de su padre, Roberto insistió en su gusto por el baile en espera de tiempos mejores que habrían de llegar, justo en 1962, de la mano del empresario brasileño Carlos Alberto de Barros, quién quería llevar el show a Brasil. Como no era posible llevar a los ocho bailarines, Roberto viajó acompañado por su compañera a Recife, estado de Pernambuco, que en ese momento era una de las ciudades más desarrolladas e importantes del Brasil, a participar en un show de la TV Jornal de Comercio para bailar twist y presentar sus coreografías. Ese día todo cambió para Roberto Livi. “Fui por un mes y me quedé 10 años”, comenta con nostalgia.
A partir de aquel viaje, el maestro Livi inició una carrera como artista que lo convertiría, con el paso del tiempo, en uno de los más importantes e influyentes productores musicales de la historia de la música latinoamericana, y en uno de los compositores más prominentes de la canción del siglo XX. Roberto posee en estos momentos un catálogo que excede las 700 canciones, y ha formado a decena de estrellas de la música popular que bajo su conducción han brillado en el difícil y competitivo arte de la música popular de los últimos tiempos. Su extraordinaria sensibilidad y su indescriptible talento para expresar los más profundos sentimientos románticos, unidos a su envidiable intuición para percibir el talento de los demás, lo han hecho merecedor de un lugar único en la historia de la música, creando temas de absoluto éxito, para prácticamente, todos los grandes cantantes románticos de la década del 60 hasta nuestros días. Nombres como Julio Iglesias, Roberto Carlos, Raphael, Vikky Carr, José José, Chayane, Dyango, Cristian Castro, Valeria Lynch, Andrea del Boca, Luis Fonsi, Pimpinela, Sting, Maria Martha Serra Lima, Rocío Durcal, Sidney Magal, Ze Rodrix, Peninha, Lilian, José Luis Rodriguez, Armando Manzanero, Ana Gabriel, Xalo Reyes, Isabel Pantoja, Jordi, Victoria, Luis Fonsi y MDO son apenas unos pocos en la casi interminable lista de vocalistas que durante más de 30 años han escrito la historia de la canción romántica en Hispanoamérica y que deben parte de su éxito al talento y al empeño que Roberto Livi ha puesto en su trabajo como productor y como compositor.
Corría la década de los sesenta y si como bailarín en Brasil Roberto tenía su futuro asegurado, como cantante lo podía tener aun más. Así meditó cuando entendió que era testigo de un momento donde en Brasil se estaban dando los primeros pasos de uno de los mayores movimientos musicales que se han dado en la historia musical del continente.
Empezó a cantar –su más grande pasión- formando parte de la generación de la “joven guarda”, al lado del entonces principiante Roberto Carlos, realizando sus primeras grabaciones y apareciendo en los shows de televisión más populares de la época. De aquella época se recuerdan los aún exitosos temas como Teresa, Parabens Querida, entre otras. Livi no se equivocó, su premonición para las cosas y su agudo sentido del éxito, no lo defraudaron y llegó a obtener los primeros lugares de popularidad en varias oportunidades e inició sus actividades como manager y productor.
Gracias a su amistad con el compositor y vocalista brasileño Claudio Fontana, Livi habría de descubrir que también tenía talento para escribir y componer. Según recuerda, una playa y una guitarra fueron los únicos testigos de una composición a dúo que hizo junto a Fontana. Aquel tocaba la guitarra y Roberto escribía la letra. Eventualmente el tema llegó a ser un éxito de primer nivel en la voz del ídolo juvenil Wanderley Cardozo, pero nació una acalorada polémica en tono a la autoría de la canción. Fontana aseguraba que él era el autor, porque era quién sabía tocar la guitarra, mientras que Livi insistía en que él había concebido la letra. Aunque hoy los dos músicos mantienen aún una cercana amistad, Roberto Livi se llenó de orgullo ese día y decidió comprar una guitarra para aprender a componer. “Aprendí 8 o diez acordes que me enseño un gran amigo, el cantante y compositor brasileño Marcos Morán, …no más! Por el orgullo de componer…porque yo sabía que llevaba a un autor por dentro”, afirma.
En 1970 regresa a Buenos Aires y durante cuatro años cosecha éxitos, agradecimientos y canciones como Si esta calle fuese mía, Nos Amamos, Marinero, marinero y Tu día feliz se convierten en hits. Logra que la compañía Sony (en ese entonces CBS) distribuyera en Argentina dos sencillos en español, “Teresa”, de Sergio Endrigo que ya había estado en primer lugar en todo Brasil cuando se distribuyó en portugués y “Que los cumplas feliz querida”, un verdadero clásico de la música romántica que aun hoy en día, se escucha con frecuencia en la radio de Brasil. Las dos se convirtieron en un éxito arrollador y abrieron el camino para que este regreso de Livi a su patria, luego de una década de arduo y constante trabajo en la que orgullosamente, puede decir que todos fueron éxitos y buenos resultados.
A su llegada, Livi estaba convertido en toda una estrella de la música romántica, haciéndose un lugar muy importante dentro de la escena musical del momento al lado de las grandes figuras que estaban surgiendo como Leonardo Favio, Sandro y Sergio Denis. Instalado ya en su país, fue contratado para aparecer en un show de televisión llamado “Sábados Circulares” con el presentador Pipo Mancera, que era probablemente el programa más popular del momento. Pero su regreso estaba aún rodeado de dificultades y al cabo de cuatro años el maestro tomaría la decisión de regresar a Brasil.
Sin embargo, de ese paso por Argentina quedaría una anécdota que habría de cambiar la carrera de Livi de una forma definitiva. Tras entablar amistad con la cantante cubana Lissette, quién se encontraba grabando en Buenos Aires, Roberto Livi recibe una oportunidad maravillosa en 1973. Lissette, quien desde el principio intuyó en Livi un gran talento creativo, le presenta a Julio Iglesias, en aquel momento ya una gran figura de la canción. “Roberto estaba bastante joven y no era muy conocido como autor en Argentina ni en el resto de América, pero escribía unas letras muy sencillas y muy directas…tenía un mensaje muy claro para la gente” recuerda Lissette, quién desde entonces guarda una estrecha amistad con Livi.
En su habitación del Hotel Sheraton de Buenos Aires, Julio Iglesias recibió al joven compositor y, sentado en una cama con su guitarra, Livi interpretó varias de sus composiciones. Julio, admirado, aceptó grabarle “Cuidado Amor”, tema que rápidamente se convirtió en un éxito arrollador y constituyó el punto de partida para la carrera como compositor y, poco después como productor.
A su vez, Lissette decidió grabar otro tema de autoría de Roberto Livi, pieza que al cabo de los años vería muchas versiones y covers distintos “Lo voy a dividir”, que pronto se convirtió en éxito y que le ha valido a Livi miles de satisfacciones, pues ha sido interpretada por grandes como Julio Iglesias, Lolita y Raphael, entre muchos otros.
Finalmente en 1975 el maestro Livi regresa a Brasil y allí permanece hasta 1982. Pero la vida no todo se conduce como uno espera. Regresa a Argentina, y después de renunciar a su cargo como director de RCA de Argentina, cuando fuera contratado por Adolfo Pino, y en medio de la fama y la opulencia, comete errores. Vive una vida desordenada y bohemia en medio de un amor desenfrenado por los caballos que, más tarde, lo deja en la ruina. Y aquella fortuna millonaria, aquel castillo construido bloque a bloque, verso a verso, se desploma.
El maestro no tenía muchas opciones, solo empezar de nuevo.
Para 1986, tras haber intercalado su vida entre Brasil y Argentina, Livi llegó a Los Ángeles, California, felizmente casado con su actual esposa Betina y su primer hijo de ese matrimonio, Roberto Jr. Con tan sólo mil dólares y una guitarra, pero llevando siempre su voluntad férrea de triunfar en lo que sabía hacer, decidió comenzar de nuevo. Y con esa tenacidad que lo caracteriza logra convertirse, en poco tiempo, en el compositor y productor más importante de la escena musical contemporánea en el ámbito romántico.
Estando ya en los Estados Unidos, y luego de una larga amistad cosechada con el paso de los años, Roberto Carlos le pide a Livi que le produzca un disco. Momento ideal para realizar un trabajo sensacional, producir por primera vez un disco para su gran amigo y compadre, una de las más grandes figuras de la música de Brasil y de toda Latinoamérica. Livi recuerda que le mostró cuatro canciones y Roberto Carlos escogió tres. Una de ellas escrita por Livi para su padre, quien acababa de fallecer, ” Si el amor se va”, primer sencillo de álbum Volver (1988), y que se convirtió en el primer y único álbum de Roberto Carlos que obtuvo un Grammy Americano, Dónde Livi, recibe dos reconocimientos de la Academia de Grammys, uno como compositor y otro como Productor del Mejor Album Pop Latino del Año (cabe destacar que por esos años no existían los Grammys Latinos, sólo se nominaban a los grandes éxitos de la música en español, con no más de tres categorías).
Semejante resultado no podría dar mejores frutos: en el curso de los siguientes tres años Roberto Livi habría de producir, uno tras otro, los discos del gran intérprete brasileño: Sonríe (1989), Pájaro Herido (1990), y Si piensas, si quieres (1991), consolidando su carrera como productor en Estados Unidos y afianzando para siempre su amistad con Roberto Carlos. “Era tanto mi cariño por Roberto, y sigue siendo, que a una de mis hijas, le puse Roberta Carla”.
Simultáneamente, Livi trabajó con otro grande de la canción, el español Raphael. En 1988 sale al mercado el álbum La apariencias Engañan, y un año más tarde, Maravilloso Corazón, producidos en su totalidad por Livi.
Uno de los talentos que más supo explotar Roberto Livi, sin duda, durante el comienzo de esta etapa en los Estados Unidos fue al puertorriqueño Chayanne, a quién en 1988 le produce el álbum titulado Chayanne, y en 1990 el superéxito Tiempo de Vals, una producción que se vendió por toda Latinoamérica y los Estados Unidos, ubicando al joven puertorriqueño como uno de los más promisorios talentos del momento.
El maestro trabaja sin descanso durante buena parte de 1988 en el disco de Vicky Carr, titulado Esos Hombres, que le reportaría grandes satisfacciones y una excelente relación con la artista.
Muy poco tiempo después, con el segundo trabajo que Roberto Livi hace para Vikky Carr, la cantante, gana el máximo galardón de la música, un premio Grammy por el disco Cosas del Amor (1991), con la canción, que le da nombre al álbum, grabada en dueto junto a la mexicana Ana Gabriel.
El Maestro recibe dos reconocimientos de la Academia, un Grammy por su participación como productor y otro como compositor de dicho éxito.
En 1992, iniciando con gran éxito la década de los 90, y ya instalado en Miami, Florida, donde concurren muchos de los grandes talentos artísticos Latinoamericanos, el maestro Livi se dedica intensamente y con gran pasión a producir para todos y cada uno de los más grandes intérpretes románticos. Y no sólo una o dos canciones, sino álbumes completos como lo anota orgullosamente: “Grabamos y producimos discos enteros, todo lo que llamábamos LP”.
De su mano José José lanza el trabajo 40 y 20 , primero de los tres exitosos álbumes que habría de producir para el mexicano. Años después, Mujeriego en 1996 y Distancia en 1998.
La gran habilidad de Livi para manejar simultáneamente diferentes producciones le ha servido para revivir a viejas estrellas de la música que eventualmente han querido regresar a escena, como es el caso de Palito Ortega, para quién produjera el disco Creo en Dios: para la actriz y cantante Andrea del Boca, a quién en 1994 ayudó para la concepción del álbum El Amor, y para otros como el dúo Pimpinela.
Los grandes siempre han querido regresar a su lado: Julio Iglesias, una verdadera leyenda de la canción romántica, le pidió a Livi su colaboración, no en una sino en dos oportunidades consecutivas para realizar las producciones discográficas tituladas La Carretera (en 1995) y Tango (1996), con ventas que exceden, entre los dos, las diez millones de copias.
De igual forma sucedió con Rocío Dúrcal, a quién ha producido en dos oportunidades con trabajos tan destacados como Como han Pasado Los Años (1995), Para toda la vida (1999), y con Isabel Pantoja también en cuatro ocasiones distintas.
Todos recordamos el tema “Fragilidad”, esa letra , en español y las otras canciones que conforman el único álbum, “Nada como el Sol”, en nuestro idioma cantado por el famoso vocalista y compositor británico han sido escritas por Roberto Livi, en el cuál además participó como vocal coach de este histórico trabajo de Sting .
En 2017,Livi entró al Salón de la Fama de los Compositores Latinos (LSHOF).
En la mañana del 25 de enero de 2019, a la edad de 76 años, luego de sufrir un ataque al corazón, falleció en un hospital de la ciudad de Denver, estado de Colorado, Estados Unidos, donde residía con su esposa e hijos.